boletín nº 5 / mayo 2022 / año II
La Asociación de Amigos del Teatro y de las Artes Escénicas de Sevilla ATAES, con el patrocinio de la FUNDACIÓN SGAE, pone en marcha esta iniciativa de apoyo y visibilidad de los autores y autoras de Andalucía.
“El proceso de ensayos es de las pocas cosas por las que todavía merece la pena vivir”
TORNAVOZ (Javier Ossorio) – Creo recordar Javier Berger, que te conocí como autor en el año 1998 en el desparecido CAT con motivo de la lectura dramatizada de tu texto Doctor, ¿es verdad que el cuerpo se compone de un 70% de agua?. A ti te habían premiado la obra en los premios Romero Esteo y a mí me tocó llevar a cabo la producción de dicha lectura. ¿Largo camino recorrido desde entonces como autor no?
Javier Berger. – ¡Como autor y como vida! Largo y extenso, si miro hacia atrás no puedo evitar pensar en la necesidad vital que me hacía escribir. Para mí era oxígeno y escribía constantemente de una forma quizás compulsiva. En mis primeros años antes de llegar a Sevilla leía por impulsos, y me bebí todo lo que llegaba a mis manos, desde Brecht a Lope de Vega, de todos los estilos y autores, desde Jardiel Poncela a Arrabal, todo me llenaba y de todo aprendía, exprimiendo al máximo a los grandes maestros.
TVZ. – ¿Porque tú naciste en Sevilla a la que vuelves después de un largo periplo fuera ?¿Es cierto?
J.B. – Sí claro, yo nací en Sevilla pero me trasladé a Marbella donde pasé toda la infancia y adolescencia. Después me fui a estudiar con 18 años Psicología a Granada y ahí comenzó mi perdición… Teatral (ja,ja, ja…) Estuve varios años en un par de grupos universitarios que intentaban hacer teatro y de ahí me vine de nuevo a mis orígenes.
TVZ. – ¿Y cómo fue ese salto? ¿que motivó tu vuelta a Sevilla a estudiar Teatro?
J.B. –Me di cuenta que pasaba más tiempo con los grupos de teatro que en las clases de psicología. Tenía un profesor que me animaba a leer mucho y me facilitó el conocer diferentes autores. Tuve claro que mi futuro no estaba en esa facultad, no pertenecía a ese mundo, y un día le dije a mi compañero de piso… ¡Dejo la carrera! Me vine a Sevilla, hice las pruebas de acceso al Instituto del Teatro… y hasta hoy.
TVZ. – Me imagino que en tu casa no sentaría nada bien que abandonaras la carrera después de tres años, para dedicarte a este incierto oficio.
J.B. – Hubo más apoyo del que yo esperaba, de todas formas mi madre insistía en que acabara Psicología aunque fuera por la UNED. Le hice caso y me matriculé en un par de asignaturas. Fui a realizar un examen y fue muy chocante cuando me vi allí, era lo más alejado a lo que yo sentía que era mi vida en ese momento, ¿a quién estaba engañando?, cogí el examen, puse mi nombre, lo firmé, me levanté y me fui. Mutis por el foro, ¡y qué mutis!
TVZ. – Aunque suene recurrente ¿te sirvió de algo la aprendido o lo no aprendido en Psicología para aplicarlo en el oficio?
J.B. – Quizás para la escritura más que para la interpretación. Es posible que las clasificaciones que se usan en esta ciencia para catalogar a los seres humanos me hayan servido algo para la creación de mis personajes. Lo que es cierto que en mis obras salen reflejados muchos personajes médicos o seudo psicólogos que en realidad son símbolos del poder.
TVZ. – Tu trayectoria como dramaturgo es paralela a tu carrera actoral que has desarrollado principalmente en la Comedia. ¿cuándo te das cuenta de tu potencial como autor y que te desata esa necesidad de escribir?
J.B. – Desde siempre para mí la escritura me ha servido de evasión. La sensación de escuchar por primera vez un texto tuyo en el escenario es muy potente
TVZ. – ¿Es entonces en la escritura el terreno donde mejor desarrollas tu capacidad artística más que en la interpretación?
J.B. – La interpretación es como jugar al fútbol, es un juego, es divertimento. Pero en la escritura está más claro la intención de contar algo, hay más de mí. Quizás la diferencia pueda estar entre el juego y la creación.
TVZ. – Eres un autor muy prolífico y no por casualidad casi todos tus textos están estrenados
J.B. – Si es cierto, tengo mucho estrenado. El estar en contacto directo con el gremio me ha permitido que mis obras vieran la luz habitualmente. Si no hay un proyecto detrás de uno de mis textos que lo levante, no le veo mucho sentido a escribir para que se quede en un cajón a la espera de no se sabe qué.
TVZ. – Intuyo en tu dramaturgia dos líneas de trabajo, dos estilos o más bien dos etapas bien diferenciadas. Una primera fase más cercana a la farsa, a la comedia, al absurdo; quizás más descarada. Y una segunda época más serena y puede que más realista. ¿Es correcto?
J.B. – Totalmente. Hay una primera etapa cercana a la comedia con tonos canallas, quizás influenciado por lo que leía. Me resultaba más asequible entender la dramaturgia desde la Farsa.
TVZ. – Ese aire farsesco de tus primeros textos, está plagado de humor negro, detecto cierta mala leche de trasfondo ¿no?
J.B. – Si, puede ser, pero no está planteado de una forma consciente. La comedia blanca en general nunca me ha resultado demasiado atractiva a la hora de escribir. Quizás no sea capaz de escribir en esa línea, no lo sé. Creo que la alta comedia no es lo mío. Sucedió una noche de Kapra me fascina, pero no veo escribiendo algo similar. A mí me gustaban los Monty Phyton, los hermanos Marx, Fernando Arrabal…
Me siento heredero de otro tipo de humor, siento gran atracción por Tono, Mihura, Jardiel Poncela… Autores de otras generaciones a los que en cierta forma venero. Me gustaba mucho la forma que tenían de retorcer el lenguaje… ¡El gran Miguel Gila!, del que incluso me aprendía los chistes.
TVZ. – Ese jugar con las palabras y con las situaciones de forma absurda de estos autores, nos entronca directamente con el mundo del Clown y tu paso por los Ulen
J.B. – Fue el maridaje perfecto, encontré el lugar ideal donde desarrollarme artísticamente. Para mí era la compañía perfecta y que cumplía sobradamente mis perspectivas teatrales en ese momento. Para mí la desaparición de Los Ulen supuso un palo no solo por lo laborar, sino porque se terminaba una forma de entender la vida, de entender el Teatro, mi teatro.
TVZ. – Porque después del tiempo transcurrido ¿cuál es la situación de Javier Berger autor consolidado en plena madurez y cercano a los cincuenta?
J.B. – ¡Jodida pregunta, amigo!. Yo estoy ahora mismo en una crisis interesante… interesante por decirlo de alguna manera. No sé cuál es el paso que hay que dar a continuación. Tras los dos años que hemos pasado… con las producciones paradas… No es que me vaya mal a mí, le va mal a todo el mundo, pero eso no me sirve de consuelo. Sigo diciendo que sí a cosas interesantes, como un proyecto con Oriol Boixader, el Clown, en el que estamos inmersos, pero en realidad no tengo muy claro hacia dónde voy.
TVZ. – El otro día hablando con otros autores de tu mismo grupo, la llamada generación Romero Esteo se planteó la siguiente cuestión: ¿Para quién escribimos?
J.B. – Yo siempre he escrito para mí, me da un poco igual aunque suene soberbio. En el momento de poner una idea en pie ya entra en escena la técnica dramática, pero en un primer arranque “el motor” está relacionado conmigo, con lo que siento. Ya más adelante. y una vez muy avanzada la propuesta, me planteo si lo escrito llegará a ese público ideal que todos tenemos en la cabeza.
TVZ. – Tus textos rezuman una cierta visión trágica de la vida
J.B. – Más que trágica pesimista. Una visión del mundo un tanto Nihilista, aunque ahora ya no lo tenga tan marcado. Quizás una adolescencia mal llevada. En algunas obras si he forzado finales felices, pero no es habitual en mí. Antes tenía la necesidad de provocar o de agitar. Ahora lo cambio todo por el rito de estar concentrados en un local de ensayos, ensayando, sin móviles, transpirando por una idea… Todo esto frente a la maquinaria de la TV que te devora como individuo. Me quedo con un grupo pequeño que en comunión persiguen el contar una historia y que, si se dan las circunstancias, son capaces de emocionar al respetable. ¡El proceso de ensayos es de las pocas cosas por las que todavía merece la pena vivir!.
TVZ. – Brindo por esos ensayos venideros y por volver a ver sus textos cargados de nihilismo, más o menos cómico, sobre las tablas de un escenario. ¡Todo un placer Don Javier!
Javier Berger Díaz
(Sevilla, 1973)
Dramaturgo, actor y director de escena.
Ha escrito más de una decena de obras de teatro, muchas de ellas estrenadas, entre las que destacan Elena y el fenómeno Borbely o Doctor, ¿es verdad que el cuerpo se compone de un 70% de agua? con la que ganó el premio Romero Esteo otorgado por el Centro Andaluz de Teatro en 1997. También ha trabajado como guionista de televisión. En sus obras se destacan temas como la soledad y la crueldad. Sus textos se caracterizan por un humor absurdo propio de las influencias de Fernando Arrabal y los Hermanos Marx.
Trabaja como actor en la compañía «Los Ulen», donde destaca la obra Bar de Lágrimas. Trabajó en otras compañías teatrales, en TV como guionista y en la dirección de obras propias. Decide dejar el oficio de actor un tiempo para dirigirse a Madrid a estudiar un máster en guion. Ejerce como docente para la Universidad de Sevilla y para la Escuela de Cinematografía del mismo lugar.
PREMIOS RECIBIDOS:
- Premio Animat. Sur (2011) por «Versión Femenina»
- Premio Rafael Guerrero de Teatro Mínimo (2007) por su obra La voz del Concejal.
- Premio Teatro Joven (2005) por su obra Ricky Ricardo.
- Premio Rafael Guerrero de Teatro mínimo (2000) por su obra Tabacooo!!!
- Premio Miguel Romero Esteo (1997) por su obra Doctor, ¿es cierto que el hombre se compone de un 70 % de agua?
- Premio Gemma de teatro (1996) por su obra La increíble historia aleatoria del hombre muro.