Dramacolor pigmenta la mascarada social que su autor, Rafael Chacón, vislumbra en la puesta en escena de las personas como constantes performances adaptativas al mutable entorno cotidiano. Cada actor individual adopta la máscara que considera más idónea y pareja a su ser interior – su yo ego- mientras lidia con las expectativas externas que apocan y presionan, apilan y se amontonan en modernas torres de Babel concéntricas y caóticas. La persecución poética de pares y tercetos en el descubrimiento de la identidad chacónica de estas piezas dialogan con el ser, parecer y querer aparentar en su teatralidad más psicodélica que juega con los apabullantes colores y las formas suaves y abrasivas de las texturas a escama de dragón y esquinas enconadas.
La acumulación yuxtapuesta y la vista vigilante inquebrantable que sostienen solemnemente los retratos de Rafael Chacón evocan a la instronspección personal en una búsqueda universalizable del andamiaje sobre el que se sustentan los diferentes estados anímicos tonales de sus bloques como letanía del ser vacío condenado a llenarse de belleza y esperanza pero que siempre erra en su propósito.
La sobriedad y pesadumbre cubierta de purpurina del Chacón más recogido en estas piezas tiene tintas de tenacidad y experiencias vitales dolorosas cargadas de sabiduría y un saber echarpalante que lo presentan como un luchador contra lo adverso y al acecho de sí mismo, en un interminable discurso interior hecho público que se pregunta quién soy, cómo me ves y qué entiendes de mí al mirarme.
Jesús Reyna Estévez